Pañuelos

Sí, es verdad. En el post inmediantamente anterior no he mencionado el pañuelo, el hiyab, el chador. Lo he hecho a propósito. Quiero dedicarle un espacio a parte.

A priori, no estoy a favor de que las mujeres vayan cubiertas, ni las musulmanas, ni las hindúes, ni ninguna otra.Entiendo que hay mujeres emancipadas, educadas, libres, que deciden marcar su procedencia mediante este símbolo, y que su caso puede ser diferente, pero yo tengo una idea bastante concreta de lo que implica que las mujeres vayan cubiertas.

El pañuelo es un signo que trasciende lo religioso. Hablar del pañuelo implica hablar de los derechos de la mujer y de su dignidad. Ir cubierta es signo de sumisión, de obediencia, de discreción. Todos «deberes» de una mujer invisible y sin derechos.  Y no es una característica exclusiva del Islam, no. Hasta hace bien poco, las católicas asistían «con velo» a misa, y se les imponía la obligación de llevar manga larga y media tupida en cualquier estación, para guardar el decoro debido. Es, desde luego, una fórmula menos gravosa, pero todavía quedan abuelas en la España profunda que llevan un pañuelo negro a la cabeza. Muchos trajes regionales incluyen ese elemento, que hoy es meramente folclórico, pero que formó parte de la indumentaria habitual de las mujeres, y algunas órdenes religiosas imponen la «toca» a las mujeres que forman parte de ella.

Ahí ha estado, hasta hace nada, ese deber de ir cubierta, recordando y señalando una postura diferente de la mujer en la sociedad, conjurando los peligros y pecados que la «hembra» suscita y genera por el mero hecho de serlo, de mostrarse. Mostrando de miles formas y con algunas más visibles, ese pecado original que cometió Eva y que nos ha convertido en sospechosas y culpables históricas del mal, al menos en las 3 religiones que beben de ese origen: el cristianismo, el islam y el judaísmo, y que deriva en prácticas deleznables como la ablación o las lapidaciones, que tienen su origen, simplificadamente, en la consideración de la mujer como un ser inferior, sin derechos: un objeto.

Las niñas no pueden ir a clase cubiertas, ni pueden dejar de hacer gimnasia, del mismo modo que no cabe objetar a educación para la ciudadanía, ni a biología ni a historia, por poner algunos ejemplos. No podemos aceptar como símbolos culturales aquellos que «marcan» o discriminan a un género por el mero hecho de serlo.

¿Estaré equivocada? De momento, yo creo que no… pero el debate está servido. Y como muestra dejo un enlace para «la polémica»

Lección 1: cómo estirar o encoger tal que chicle el concepto de «menor»

Durante los meses pasados, y coincidiendo especialmente con la campaña electoral de las elecciones europeas, vivimos un intenso debate político y social sobre la capacidad de las personas de 16 años para decidir sobre su maternidad. El PP, y la jerarquía católica, y algunas otras voces, negaban la capacidad de “esas niñas” para tomar una decisión tan traumática, porque “son menores, y no pueden ser tratadas como adultos”, pese a que esas mismas niñas tienen capacidad total para consentir mantener las relaciones sexuales que originan ese embarazo. Uno puede no estar de acuerdo, como es mi caso, pero “comprender” incluso un afán de protección a los menores de edad un tanto exagerado que parecía un rasgo definitorio del paquete ideológico de la derecha española.

Ahora surge otra polémica distinta relacionada con los menores. Han tenido lugar dos hechos mucho más que tenebrosos: la violación de dos menores por parte de otros menores en un espacio de pocos días. Tan menores eran los violadores (13 años) que no son “IMPUTABLES” (un término muy a la moda en según qué círculos estos días), es decir, no asumen responsabilidad alguna por sus actos. El PP propone que se rebaje la edad de la responsabilidad penal de los menores. Como la actualidad manda en sus propuestas, y en este caso los menores denunciados por violación tienen 13 años, pues proponen esa edad. Viva la demagogia.

Pero en qué quedamos… los “niños”, los “menores pueden o no pueden ser tratados como adultos porque no lo son”…

No es serio legislar a golpe de evento. Lo que debe llevarnos a una reflexión profunda y a tomar medidas de calado y con capacidad de transformar es pensar cómo unos chicos de 13 y 14 años pueden llegar a violar a otra chica de su edad. ¿Es sana la sociedad en qué vivimos? ¿Dónde está el fallo, que por cierto, es colectivo? ¿Son hechos aislados –muy desgraciados, tremendos para las dos víctimas que sufren un trauma tan doloroso a una edad tan joven- o no? Y si no lo son, ¿cómo se debe actuar para prevenir este tipo de conductas? ¿Pasa la solución por endurecer la ley del menor o por re-educar a esos chavales que en algún punto de su corta trayectoria se perdieron? ¿Son rescatables/ reeducables o sencillamente son condenables?

Esas son las preguntas que debe hacerse alguien con un interés “normal” por solucionar los problemas que surgen. Toda la solidaridad con las víctimas, como mujer, como persona. Y a los pequeños delincuentes… que se les apliquen las leyes que les son aplicables con severidad. Y pensemos cómo estamos educando a nuestros niños… La demagogia, dejémosla para comparar trajes con anchoas, por favor.

Sobre condones, píldoras, consentimiento y conocimiento…

Ciertas partes de la derecha, y algunas de la izquierda están inquietas estos días. No es de extrañar que cause inquietud un titular del estilo «El Gobierno da vía libre al aborto de menores» y similares.br /br /La nueva ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, más conocida como ley del aborto -por simplificar y también por dejar a un lado la partede salud sexual y reproductiva que da menos morbo y genera menos titulares- ha abierto polémica. No esperábamos menos.br /br /El hecho es que la ley, como deben hacer todas las leyes, nace para abordar una realidad que existe. Hay mujeres, sobre todo jóvenes, que deciden abortar, que deciden interrumpir su embarazo, que deciden que no quieren ser madres en ese momento de su vida. Es una decisión dolorosa, complicada y muy sensible. Nadie decide interrumpir su embarazao como quien decide quitarse un lunar.br /br /Se ha hecho siempre: cuando no había ley si no prohibición total (las que podían se iban a Londres, las que no morían desangradas en un sótano o quedaban estériles para el resto de sus días), con una ley que despenaliza el asunto para 3 supuestos y con una ley de corte europeo que nos saque de una doble moral y una hipocresía supina. ¿De verdad alguien cree que porque no haya ley las mujeres que estén decididas a no ser madres van a seguir adelante con sus embarazos? Hay que ser o muy inocente, o muy simple o muy demagogo y fariseo para hacer tal afirmación.br /br /Esta ley combina los plazos (hasta la semana 14) con los supuestos (a partir de la semana 14 sólo en caso de grave peligro para la salud de la madre o por problemas del feto, y a partir de la 22, con autorización de un comité científico para casos muy concretos). Si me apuras, es una ley que pone orden en el «coladero» en el que se había convertido el tercer supuesto de despenalización del aborto en este país. Se sabe cuál es la ley, qué plazos da y de ahí no se saldrá nadie.br /br /A parte de otorgar por fin la mayoría de edad a las mujeres, que podrán tomar la decisión sin tutelajes y sin paripés, se garantiza el acceso a la prestaciòn sanitaria pública. Las mujeres que aborten tendrán derechos y los médicos y profesionales que los practiquen no se verán perseguidos.br /br /Pero llega el asunto de los 16 años. Una chica (podemos decir niña para adaptarnos a la terminología apocalíptica) puede consentir relaciones sexuales con 14, puede casarse o solicitar la emancipación de sus padres y por tanto ser sujeto con plenos derechos… pero no puede decidir sobre las consecuencias de sus actos, de su sexualidad. Puede decidir si se somete a tratamientos médicos agresivos, pero no puede decidir poner fin a un embarazo. Es de locos. Quizás lo lógico sería abrir el debate de otorgar la ciudadanía plena a esa edad (ahí está la campaña de a href=»http://jse.org»JSE /apidiendo el voto a los 16)br /br /En todo caso, yo sólo querría subrayar para todos aquellos que están alarmados, que:br /br /1) Que una menor no necesite el CONSENTIMIENTO de sus padres, es decir la firma, eso no implica que los padres de la menor no vayan a tener CONOCIMIENTO del proceso. Del mismo modo que se les informa cuando un menor ingresa por cualquier otra causa.br /br /2) Si alguien piensa que las parejas jóvenes, adolescentes, que mantienen relaciones sexuales (estables o esporádicas) van a tomar sus decisiones sobre la base de un acceso más fácil a la interrupción voluntaria del embarazo o a la píldora del día después… o nunca han sido adolescentes, o no saben lo que es la espontaneidad del acto sexual…br /br /3) La píldora del día después NO ES UN MÉTODO ABORTIVO. Pueden decir «misa» los ultraconservadores católicos, pero desde un punto de vista científico NO LO ES. Que se pueda tener acceso a ella sin CONSENTIMIENTO paterno es algo que venía ocurriendo en algunas comunidades autónomas. Estaremos de acuerdo en que no puede usarse como método anticonceptivo habitual. Sí. Pero ahí entra la segunda pata de la ley LA SALUD REPRODUCTIVA Y SEXUAL. A lo que debemos aspirar es a un modelo de educación afectivo-sexual que propicie que cuando dos adolescentes decidan mantener relaciones sexuales lo hagan utilizando el preservativo. Un embarazo no es la peor de las consecuencias de mantener relaciones sexuales desprotegidas cuando el SIDA revolotea como una amenaza todos lo días.br /br /4) Los países de la UE tienen, por regla general, legislaciones mucho más abiertas y flexibles que la española (que se nos ha quedado desfasada), que no ponen trabas a la interrupción voluntaria del embarazo, disponen de sistemas de educación afectivo-sexual efectivos, y sus tasas de aborto son mucho más bajas que las nuestras. Estoy pensando en Alemania, Francia u Holanda… En este caso, tampoco hay efecto llamada… br /br /No me imagino a dos chavales leyendo el BOE antes de salir de casa para ver si es propicio el contexto legal para acostarse juntos… Lo que tampoco se ve es que salgan de sus casas con una educación afectivo-sexual que les permita dimensionar el acto sexual y sus consecuencias de una manera adecuada. Tomar decisiones adecuadas, en momentos adecuados.br /br /Eso ni es culpa de los chavales, ni es culpa del sistema educativo, ni es culpa de Zapatero… señores. En vez de repartir culpas habrá que pensar en un sistema que sea coherente, que no le imponga nada a nadie y que garantice la salud. ¿O de qué estamos hablando?