Quo vadis, Europa? Pues todo recto y a la izquierda… hasta el final!

Cuando yo era «joven líder europea» recuerdo un debate que, recién aterrizada, me llamó mucho la atención.

En nuestro «position paper», la ponencia que recogía las esencias de nuestras posiciones sobre todos los temas que se nos ocurrían, que no eran pocos habida cuenta de lo inmanejable que el dichoso paper se había vuelto cuando yo me fui de la organizacion, figuraba una frase que decía que «era necesario superar una situación en la que Europa era un gigante económico y un enano político».  Más allá de lo adecuado -o no- que a algunos nos pareciera la terminología, debatíamos profundamente y con mucha energía lo que nosotros considerábamos las fórmulas más apropiadas, desde la izquierda, para convertir a Europa en un gigante político: una constitución europea, federal, con clara división de poderes y de competencias entre países y la UE, con un Parlamento reforzado, etc. Eran tiempos optimistas. La convención trabajaba y los más federalistas dejábamos volar la imaginación…

Pero hay que ver cómo pasa el tiempo… y cómo evolucionan las cosas. La constitución europea no llegó a nacer. Yo ya no soy «joven» oficialmente y el sustituto de la Constitución sólo lleva un año en vigor y ya hay voces que piden revisarlo, por lo estrecho del margen de deja para resolver problemas de verdad. No hemos sido capaces de crecer políticamente al ritmo que nos autoimpusimos, lastrados por una derecha europea corta de miras y una izquierda que no ha sabido reaccionar a eso. No somos una Europa de gigantes… bien parece ante algunos de nuestros silencios y de nuestras estrategias que somos una Europa de bolsillo.

Por si esta falta de ambiciòn política no fuera suficiente, la cruda realidad que destapa la crisis econòmica es que ya no somos, tampoco, un gigante económico. No nos tomamos los remedios de la estrategia de Lisboa y hoy ya no competimos, ya no creamos… a veces parece que sólo nos resignamos a asumir una condena a la irrelevancia que desde aires anglosajones nos repiten machaconamente mientras atacan sin rubor al euro…

¡Nos quieren hacer chiquitos!. Yo me niego y pido nos suministren la única medicina que puede hacernos avanzar: más Europa, con más ambiciòn, con más ganas. Y quien no quiera más, que se baje del tren…

La obcecación como patrón de comportamiento

Estas vacaciones estuve en casa de mis abuelos. Los 4 viven en pueblos del norte de la provincia de León, que no se caracterizan por su «hospitalidad climatológica» en invierno, cierto es.

Me comentaban, unos y otros, que de un tiempo a esta parte ya no tienen párroco al modo en que yo lo conocí. Es decir, un cura que compartían varios pueblos y que daba la misa del domingo y de algunos días por semana. Los rosarios, las novenas y esas cosas quedaban para la «organización de la comunidad».  No era la fórmula ideal para pueblos que habían dispuesto cada cual de su propio cura, disponible en todo momento y a mano para cualquier emergencia, pero aprendieron a conformarse.

El caso es que ahora tampoco tienen párroco compartido. Vienen unas amables monjas que cantan y rezan con los parroquianos, y les acompañan. Porque parece que no hay curas disponibles. No abundan las vocaciones, cosa que se sabe desde hace tiemp0, y mandan a las monjas, que es lo que tienen a mano. Pero a mis abuelos no les parece bien. Las monjas son todo dedicación y empeño pero… ¡no pueden celebrar el sacramento de la eucaristía!. Y lo que quiere la gente de los pueblos es ir a misa, con su consagración, con sus confesiones, con su pack completo vaya.

Y yo me pregunto por qué perseverará la Iglesia Católica,  ante su manifiesta falta de mano de obra masculina para cubrir las necesidades de sus feligreses (sus clientes al fin y al cabo), en su negativa a ordenar mujeres… Si, al fin y al cabo, o al menos en algunas parroquias de León, recurren a ellas para cubrir «sus vergüenzas»…