Cuando yo era «joven líder europea» recuerdo un debate que, recién aterrizada, me llamó mucho la atención.
En nuestro «position paper», la ponencia que recogía las esencias de nuestras posiciones sobre todos los temas que se nos ocurrían, que no eran pocos habida cuenta de lo inmanejable que el dichoso paper se había vuelto cuando yo me fui de la organizacion, figuraba una frase que decía que «era necesario superar una situación en la que Europa era un gigante económico y un enano político». Más allá de lo adecuado -o no- que a algunos nos pareciera la terminología, debatíamos profundamente y con mucha energía lo que nosotros considerábamos las fórmulas más apropiadas, desde la izquierda, para convertir a Europa en un gigante político: una constitución europea, federal, con clara división de poderes y de competencias entre países y la UE, con un Parlamento reforzado, etc. Eran tiempos optimistas. La convención trabajaba y los más federalistas dejábamos volar la imaginación…
Pero hay que ver cómo pasa el tiempo… y cómo evolucionan las cosas. La constitución europea no llegó a nacer. Yo ya no soy «joven» oficialmente y el sustituto de la Constitución sólo lleva un año en vigor y ya hay voces que piden revisarlo, por lo estrecho del margen de deja para resolver problemas de verdad. No hemos sido capaces de crecer políticamente al ritmo que nos autoimpusimos, lastrados por una derecha europea corta de miras y una izquierda que no ha sabido reaccionar a eso. No somos una Europa de gigantes… bien parece ante algunos de nuestros silencios y de nuestras estrategias que somos una Europa de bolsillo.
Por si esta falta de ambiciòn política no fuera suficiente, la cruda realidad que destapa la crisis econòmica es que ya no somos, tampoco, un gigante económico. No nos tomamos los remedios de la estrategia de Lisboa y hoy ya no competimos, ya no creamos… a veces parece que sólo nos resignamos a asumir una condena a la irrelevancia que desde aires anglosajones nos repiten machaconamente mientras atacan sin rubor al euro…
¡Nos quieren hacer chiquitos!. Yo me niego y pido nos suministren la única medicina que puede hacernos avanzar: más Europa, con más ambiciòn, con más ganas. Y quien no quiera más, que se baje del tren…