Hace poco tenía una conversación con una buena amiga que tiene una niña de casi 3 años y le dábamos una vuelta al tema de cómo educar a los niños, y de repente surgió la incógnita…Tú de pequeña ¿querías ser hada, o querías ser princesa?
Yo, como casi todas, quería ser princesa, y tener una corona, vestidos rosa, y tules estupendos… ¡Qué horror! No digo que sea un horror que te guste el rosa y el tul… si no que es un horror que una niña elija como modelo de referencia una Princesa. Porque ¿qué es una princesa, de las de los cuentos..? Es una persona cuya ocupación principal es, ya se sabe, esperar a un príncipe… todo lo más… puede resumirse en pelearse por su príncipe (aunque una buena princesa no se pelea, si no que asume abnegada y modosa su destino… porque ya se sabe que su destino no puede ser otro que el rosa, el tul el prícipe y la corona…) Cómo máximo, durante su época desgraciada… las dedican a ser fregonas, ya sea de los enanitos, de las hermanastras, o de Rita la pantalonera… ¡Es un rol de lo más horrible!O esperas al príncipe o friegas…
Si algún día me comprometo de verdad de la buena con el reto demográfico europeo, y venzo los reparos e incóginitas que plantea este mundo globalizado en plena era del cambio climático y me animo a tener niños, y tengo una hija, le inculcaría el amor por las hadas. Lo tengo clarísimo. Fuera las princesas.
A fin de cuentas las hadas son igual de bonitas que las princesas, siempre van exquisitamente vestidas, y en algunos casos ¡tienen alas!. Pero sobre todas las cosas, las hadas, que son unos seres fantásticos, también son seres productivos. Las hadas tienen un cometido en la vida: ayudan a los demás con su magia. Trabajan, tienen objetivos, se esfuerzan por conseguirlos… Las hadas tienen poder, y lo ejerce, y lo hacen con responsabilidades. No deshojan sus días a la espera, no esperan sentadas a que llegue su príncipe… Es más ¿cuántas princesas no esperan que llegue su hada madrina para salvarlas?
Pues eso, si yo tengo una niña, le contaré cuentos de hadas, e intentaré inculcarle un modelo femenino de superación, de trabajo, un mundo para jugar mágico y precioso ¡pero sin princesas!
El blog de Laura Robles 