Últimamente, nos vemos sacudidos por la “impepinable” realidad del cambio climático y del calentamiento global. Nos alarma ver por televisión los desprendimientos de los glaciares polares, ver árboles en flor en Alemania en pleno mes de enero, o gente tomando el sol en la Playa de San Lorenzo de Gijón en pleno mes de noviembre. No es para menos. Pero las alarmas ya venían sonando desde hace tiempo.br /br /Ahora ya sí, parece una tarea más que inevitable revisar nuestras formas de actuar, nuestros comportamientos cotidianos para intentar no solucionar, porque ahora ya no es tiempo de eso, si no intentar suavizar este caída libre por el precipicio climático en la que nos encontramos. Es hora de examinar y evaluar el estado de la cuestión.br /br /Es realmente necesaria una revolución energética, como dice la Comisión Europea, y la Unión está dispuesta a empezarla por su propia casa. Pero esa tarea empieza, ha de empezar también por abajo, por los ciudadanos, que están, estamos, francamente perdidos en estos temas. Un ejemplo clarificador lo arrojan los datos del último eurobarómetro. Cuando se pregunta a los ciudadanos europeos por el principal culpable de las emisiones que causan todos estos males ante los que ahora quedamos boquiabiertos, señalan a la industria. No nos damos cuenta de que somos nosotros mismos, es decir el transporte, el sector que más contamina. Queda, pues mucho por hacer. Esperemos que nos de tiempo.br /br /Pero esa revolución energética que pretende Europa no está ligada sólo a una voluntad de ayudar a salvar el planeta. No nos engañemos. La política energética tiene un impacto muy grande en el crecimiento económico de los estados y también de la UE. Recuerdo que en el año 2000 Felipe González apuntaba en una charla sobre retos globales, ante unos cuantos miles de jóvenes socialistas que celebrábamos nuestro Festival Mundial en Grecia, que la energía estaba llamada a jugar un papel clave en la política internacional y económica mundial a medio plazo. Aquí está ya nuestro medio plazo.br /br /Está bastante claro que la UE no es autosuficiente en términos energéticos. Y la realidad es que la energía está en la base de nuestro sistema que llamamos estado del bienestar, es el corazón de nuestro crecimiento y nuestro desarrollo. Nuestra vida, tal y como la concebimos, sería sencillamente imposible sin energía. Cuando falta, vemos claramente el colapso que se genera y que podemos comparar perfectamente con un desastre natural o un conflicto… Esa dependencia energética de la UE con respecto a otras regiones del mundo tiene como consecuencia que las tensiones políticas, o el uso de la energía para crear tensiones políticas, con Gazprom como verdadera arma arrojadiza o amenaza permanente desestabilizadora, puede causar un desabastecimiento, que afecte a los ciudadanos, a la industria, a países enteros en todos y cada uno de sus sectores de actividad y desarrollo de la vida cotidiana. Cuando encendemos la luz o nos hacemos un café, no somos conscientes de en qué medida dependemos de otros para tan fáciles y habituales actividades. br /br /Si no se toman medidas pronto, la dependencia energética de la UE con respecto a otras regiones ascenderá del 50% en al año 2000 al 70% en 2030. Casi nada….br /br /Por eso es absolutamente necesario tomarse el debate del futuro de la energía muy en serio, y no desdeñar el lado de interés económico que esa “Revolución Energética” conlleva. No es un asunto que preocupe o haya de preocupar sólo a gobiernos y a colectivos ecologistas. Es una cuestión que afecta de manera absoluta a la configuración del espacio público que compartimos y que hoy llamamos Unión Europea. Por eso todos debemos ser conscientes de lo importante que es que la Unión defina en común sus necesidades y sus estrategias de cara al futuro inmediato, y ponga toda su maquinaria a funcionar para asegurar ese futuro. La estrategia política común que parece que hoy existe, con los matices propios de la UE, debe dirigirse a lograr una estrategia para lograr una política energética equilibrada y limpia. Parece que el marco internacional con Irán, Irak. Bolivia, Rusia, Ucrania, Bielorrusia etc.… sobre la mesa, ha empujado a Europa a poner el tema energético encima de la mesa como una auténtica prioridad.br /br /La UE necesita renovar su concepto: la energía va a pasar a ser uno de los elementos que configurarán y determinarán las relaciones internacionales. No estamos hablando sólo de un mercado. Debemos ser conscientes de que esto tiene que ser una parte fundamental de la política exterior común de la Unión Europea, y de su política de vecindad. Esos dos instrumentos tienen que usarse para asegurar paz y estabilidad en el este de Europa, el Caucaso, Oriente Medio y el Mediterráneo, lo cual tiene importantes consecuencias sobre el mercado de la energía. br /br /El ahorro de energía debe convertirse en un patrón normal de comportamiento en el que los ciudadanos, y las ciudadanas europeas deben ser protagonistas. Y nuestras instituciones tienen que ayudarnos. Pero está claro que no es suficiente sólo con eso. El intensificar las líneas de investigación en nuevas y alternativas fuentes de energía debe ser una prioridad. El VII Programa Marco de Investigación de la UE ya establece estas líneas como prioritarias, y lo respalda con un presupuesto generoso. Este esfuerzo debe combinarse con los esfuerzos de los propios países. br /br /Necesitamos una revolución energética que se base en la diversificación de los suministradores, el fortalecimiento de cuantos instrumentos nos permitan reforzar la estabilidad de las áreas de las que importamos energía, que no se caracterizan precisamente por sus fuertes democracias ni por su estabilidad política en general. Necesitamos una revolución energética que se base en la apuesta por energías limpias y su desarrollo y el descarte absoluto, en consecuencia, de la energía nuclear como alternativa. Parece que los tiros no van por ahí precisamente. Hay que apostar por ello, y hoy, apostar significa invertir. El esfuerzo no debe salir de los bolsillos de los consumidores. En ningún caso podemos permitir que la energía se convierta en un artículo al alcance de minorías. Es un servicio que debe asegurarse a todos.br /br /Sólo así, con unas cuantas ideas claras, y muchas ganas y mucha decisión de implementarlas con valentía, podremos hacer frente a gigantes chantajistas de la energía – y una no puede evitar pensar en Putin al decir esto- y enfrentaremos, en general, con garantía, los retos energéticos que el nuevo mercado globalizado pone delante de nosotros, contribuyendo, aunque sólo sea un poco, a paliar los resultados de los primeros desastres globales causados por la mano del hombre, por nuestra mano.br /br /br /Publicado en la Voz de Asturias en enero de 2007
Sobre revoluciones energéticas te puedo hablar y no parar! hasta te diría que existe gente que crea luz por si misma!BR/BR/Pero hoy es un día triste… es una madrugada muy triste! hoy hasta yo tengo motivos para actualizar! espero que tu también!
Querido intimidad,BR/aprovechando que era el día mundial del medio ambiente, y que empieza una cumbre del G8 en la que se va (o se iba) a hablar del cambio climático, pensé que hablar de energía sería algo interesante.BR/Pero cuando la esperanza se esfuma, cuando todos estamos tristes mientras algunos se sonríen por su «victoria», en ambos extremos del arco, sí, es bueno decir algo. Ya lo he hecho y como te dije en tu fotolog, yo creo que llegará, y que vendrá a la velocidad del sonido. Vendrá, le pese a quien le pese.
¿Te quedará tiempo ahora para seguir blogueando? Espero que sí ;), no vayas a entrar, de paso, en el club de los ancianos que ven en internesss al diablo.